Catedral de Oviedo : «Las vistas desde la torre son únicas» | El Comercio

2022-08-08 06:45:51 By : Ms. PAN PAN

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La brasileña Luna Hidalgo disfruta de las vistas desde arriba.

Daban las diez y media de la mañana de ayer, cuando los primeros doce afortunados comenzaron a ascender los 184 peldaños de la escalera de caracol que llevan a la aguja de la torre de la Catedral. Tras la rehabilitación de los accesos, por parte de la empresa ArtecDos, que finalizó a mediados del pasado mes de julio, la «Sancta Ovetensis» arrancó ayer el nuevo programa de visitas grupales para elevar a los visitantes a más de sesenta metros de altura de la plaza de la Catedral de Oviedo para poder conocer los entresijos, curiosidades y secretos de esta torre gótica y, de paso, contemplar la ciudad desde arriba como pocos pudieron hacerlo hasta ahora -hasta la fecha, la torre solo estaba abierta en pocas ocasiones para abonados-.

La primera visita -se realizan cinco al día- contó con mayoría de ovetenses «con muchas ganas de conocer la torre que tantas veces hemos visto», pero no faltaron extranjeros. Entre ellos, dos italianas, una brasileña o la americana Luna Hidalgo, que aseguró que «Oviedo es una ciudad preciosa» y que «verla desde las alturas merece la pena». «Solo conocía la Catedral desde fuera, es una auténtica maravilla poder subir a su torre», añadió, emocionada y nerviosa por empezar la subida.

Jennifer Puertas realiza una fotografía al primer grupo en subir a la aguja de la torre de la Catedral dentro del nuevo programa de visitas a la torre gótica. fotos: mario rojas

Tras una breve bienvenida del deán de la Catedral, Benito Gallego, encararon la escalera recién restaurada. Concretamente, los operarios rehabilitaron los peldaños más desgastados de la escalinata, recuperaron el pasamanos original de piedra -que en la mayoría del tramo había desaparecido por el paso de los siglos- e instalaron uno nuevo, metálico, de corte vertical y treinta metros de altura para asegurar aún más los ascensos y descensos de los visitantes.

De uno en uno, en fila india, y con una separación de un par de escalones, no tardaron más que unos minutos en llegar a la primera parada: la sala de contrapesas. Allí, además de las obvias contrapesas del reloj, también pudieron contemplar los viejos moldes de escayola realizados por Luis Menéndez Pidal en la reconstrucción del templo que tuvo lugar tras la guerra civil.

Tras la primera parada, continuaron hasta, aproximadamente, el centenar de escalones para llegar a la sala de las campanas y el reloj. Allí, los restauradores han mejorado el entablillado del campanario y tratado las campanas, entre las que se encuentra la 'Wamba', la más antigua del mundo en funcionamiento. Además, también han devuelto el lustre perdido al reloj de Ramón Durán, cuyo impresionante mecanismo ha dejado a la vista gracias a un gran ventanal transparente en la caja que lo alberga. «Sois los primeros que pueden ver el engranaje», explicó Carmen Labra, que se encargó de acompañar a los presentes.

Allí, los hermanos Gregorio y Soledad Pozuelo, ovetenses, no dejaron de hacer fotos. «Llevábamos queriendo subir muchos años, ahora podemos hacerlo realidad; estamos pletóricos». No es para menos. Ellos mismos habían «corrido» por sacar las primeras entradas cuando estas salieron a la venta. «Es espectacular esta obra gótica de la escalera de caracol», aseguró Soledad Pozuelo. En esta sala, además de las siete campanas, también pudieron observar los también recuperados «grafitis» (se trata inscripciones antiguas y marcas de los visitantes que han pasado por allí en sus 1.200 de historia). Uno de ellos, del siglo XIX, una información de la pasada por la zona de los comisionados buscando nodrizas para alimentar a Alfonso XII cuando aún era príncipe.

Ya solo quedaba una parada. Los visitantes enfilaron los últimos ochenta escalones para llegar a la aguja de la torre gótica, y poder observar desde allí Oviedo desde las alturas. El ovetense Arturo Martínez también tenía «muchísimas» ganas de subir a conocer la capital asturiana desde las alturas, con la historia y entresijos que tiene la torre. «Las vistas desde aquí son únicas; son mucho mejores de lo que me esperaba», sentenció.

En ese sentido, Antonio Menéndez tuvo el privilegio de ser «el visitante número 1». Este jubilado ovetense «estaba ansioso por poder subir y saqué la entrada en cuanto salieron, es una experiencia recomendable al cien por cien». También Marcos Montoto aprovechó «para hacer muchas fotos» porque, a pesar de haber nacido en Oviedo, vive en Frankfurt y «he pasado tanto por aquí, que quería poder ver la ciudad desde arriba, en una torre histórica».