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Visita de la torre de la Catedral de Oviedo. / mario rojas
Daban las diez y media de esta mañana, cuando los primeros doce afortunados comenzaron a ascender los 184 peldaños de la escalera de caracol que llevan a la aguja de la torre de la Catedral. Tras la rehabilitación de los accesos, por parte de la empresa ArtecDos, que finalizaron a mediados del pasado mes de julio, esta mañana han comenzado los turnos de visita que llevan a hasta un máximo de veinte personas, a unos ochenta metros de altitud de la plaza de la Catedral para poder conocer los entresijos, curiosidades y secretos de esta torre gótica.
La primera visita -se realizan cinco al día- contó con la presencia de doce personas, de las cuales la mayoría, eran ovetenses «con muchas ganas de conocer la torre que tantas veces hemos visto». Además, dos italianas, una brasileña y una aragonesa. Guiadas por Carmen Labra, Jennifer Puertas y Geni Eusebio, tras la bienvenida del deán de la Catedral, Benito Gallego, comenzó la subida hasta el primer piso.
Las escaleras de caracol contaban con el pétreo original y una barra metálica al otro lado para permitir la subida. Los primeros cincuenta escalones que llevaron al grupo visitante a la sala de contrapesas, donde también pudieron observar los moldes de escayola realizados por Pidal, durante la reconstrucción de la 'Sancta Ovetensis' tras la guerra civil. Algunas de estas escayolas, se podrán volver a observar en el siguiente piso, donde se encuentran las siete campanas y el reloj. Estos doce visitantes han sido los primeros en poder observar el engranaje, hasta entonces cubierto por una caja totalmente opaca.
Tras esta segunda parada, solo quedaba llegar a la aguja. Allí, dedicaron más tiempo que en el resto de espacios para contemplar Oviedo desde las alturas. Una vista de 360 grados a la ciudad, donde se podía observar desde la próxima plaza de la Catedral, hasta el nuevo HUCA, pasando por Las Pelayas, el claustro, la calle de Santa Ana e, incluso, en el monte Naranco, el Centro Asturiano.
El afortunado visitante que portaba la tarjeta con el primer número ofrecido para esta subida fue el ovetense Antonio Menéndez, quien «llevaba años queriendo subir, tenía muchísimas ganas». En cuanto se enteró de la posibilidad de acceder a la torre -hasta antes de la reforma de los accesos, solo podían acceder los pertenecientes a la Asociación Amigos de la Catedral de Oviedo-.