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Me he topado por la calle a una “señorita de antes”, que es amiga mía, originaria de Cerro de San Pedro y me ha dicho lo siguiente: “me gusta mi pueblo, el Cerro de San Pedro como era antes, pero no en lo que lo han convertido… música fea, gente fea… es una cantina”, en ese momento llega a mi mente la nota del Sol de San Luis (19/05/22) que afirma algo similar, pero de la Ciudad de San Luis Potosí: el Centro histórico es una cantina: alcohol, fiesta y ruido, y luego regreso a la conversación con mi amiga y le digo: “… es eso que llaman gentrificación…” a lo que me responde: “¡Sabrá Dios, yo no sé qué es eso!”.
La gentrificación es un fenómeno que consiste en el re-aprovechamiento de un espacio deteriorado y en estado de abandono por agentes inmobiliarios con suficiente capital para reorganizar el espacio y volverlo rentable. Se aprovecha que esos predios son baratos para adquirirlos y volverlos cervecerías, cafés, tiendas de chácharas o restaurancitos de moda (y ahora mi mente me lleva a las Historias de Perros Callejeros de Luis Moreno sobre el Miniso, 6/01/22, que encuentra aquí en su portal La Orquesta ). Esos espacios urbanos son reocupados sin habitarse, son re-colonizados, modificados y despersonalizados: resulta ser un fenómeno altamente preocupante porque desplaza y margina a los pobladores originales de su propio patrimonio, como mi amiga, que vivió y creció en Cerro de San Pedro y al ver en lo que se convirtió su pueblo, se le forma una perturbación tan o más grande que ver a la misma Minera San Xavier.
A unas cuantas horas de la conversación con mi amiga, en el Centro Histórico se quemaba la casa de la antigua Exposición. Fue un edificio magnífico, como todos lo de ese sector. Sí, ya lo había escrito en otros contrapuntos y volutas: esos edificios quizá son producto del colonialismo, del clasismo y elitismo (chivos expiatorios de nuestra nueva moral burguesa) y probablemente de la usurpación de bienes y recursos, pero para eso la historia pone a cada quién en su lugar y me pregunto si el lugar de mi generación en la historia era convertir esos espacios en locales para después, accidentalmente, quemarlos; entonces las llamas -al igual que dicen de los ladridos de los perros- han de ser señal de que vamos avanzando.
Hace unos días, un hombre delgado y de barba, se me acercó en el Jardín Colón. No lo conozco, pero me dijo que era profesor de inglés y también artista visual. Este hombre me preguntó si yo sabría qué hacer, porque para él, se está perdiendo el patrimonio histórico, se lo están robando -dijo- “es grave lo que está pasando, pero estamos como dormidos” . Es el patri-anomio, le respondí.
La anomia es la enfermedad social: ocurre cuando las instituciones no pueden cumplir la función para la que fueron hechas. Ocurre cuando las normas no tienen fuerza, cuando los significados pierden su sentido. La simulación, la depresión, la perversión y la corrupción son hijitas de la anomia. El patrianomio surge cuando una generación no quiere heredar a sus descendientes, les niega los significados, los margina del proceso de herencia, pero también ocurre cuando las generaciones herederas desprecian, ignoran o desplazan (repudian, dicen los abogados) la herencia de sus padres.
Hace poco, Ana, una colega de La Orquesta me preguntaba por los taquitos rojos, que si estaban en riesgo, y yo respondí que no, pero ahora me pregunto cuántas mujeres jóvenes actuales estarán aprendiendo de la abuela o de la tía a cocinarlos. ¿En el futuro habrá abuelas que enseñen a sus nietas a cocinar taquitos rojos? Esta pérdida en la transmisión de la herencia cultural es el patrianomio.
El patrimonio cultural, al igual que la educación tienen dos partes. Una que emite y otra que recibe. El fallo puede estar en ambas: ni hemos sabido heredar, ni tampoco recibir. Otra parte del problema está en el testamento: ni sabemos qué dejamos, ni qué recibimos, ni qué dejamos de recibir. La última parte del problema está en el gobierno: ¿quién se encarga de hacer los inventarios de nuestro patrimonio? ¿quién se responsabiliza por la pérdida del patrimonio? ¿quién hace valer la ley? Preguntas que les toca responder a varias administraciones de la Secretaría de Cultura, INAH y Secretaría de Educación Pública y que siguen en silencio, pero por lo pronto una muy importante
¿Hasta cuándo los potosinos podremos acceder a un padrón o inventario de bienes culturales que conforman nuestro patrimonio?
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Amor por escrito | Columna de Juan Jesús Priego
Himno a Pozos, municipio en potencia | Apuntes de Jorge Saldaña
Ayer, Negra, mi perrita que me acompañó durante 12 años, dijo adiós a esta vida.
La Negra llegó a mi vida cuando yo tenía diez años, debido a que en mi familia todos eran muy grandes y necesitaba a alguien con quien poder jugar.
Aún recuerdo esa primera vez que la vi, en compañía de mi papá y mi hermano, fuimos a un refugio para buscar a un perro para que fuera mi compañía. De todos los perros, Negra fue la única que hizo por jugar conmigo.
Desde ese entonces, Negrita se convirtió en mi mayor confidente, era la que me acompañó en cada examen, cada desilusión amorosa, cada vicio, cada proyecto, cada vez que tenía vacaciones, en fin, me acompañó para todos los momento importantes de mi vida y aunque ya no estés presente, vivirás siempre en mi corazón.
Negra, muchas gracias por protegerme, por hacerme feliz siempre, por ser mi compañera de locuras, gracias por llegar a mi vida, por ser un buen perro y ser fuerte, hasta el final.
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No se conocen verdaderamente más que aquellos que se escriben. «Créame, amigo –dijo una vez alguien a Pedro Salinas (1891-1951), el poeta español-: no se jacte usted de conocer a nadie si no hizo más que platicar con él; no llegará usted a su pura persona si no le conoce, también, por escrito».
Es una lástima que los amigos o los novios ya no se escriban más que esos mensajes aforísticos e insípidos que suelen enviarse a través de sus teléfonos celulares. ¡Un e-mail no es una carta, por el amor de Dios! Un e-mail se escribe de prisa, acaso en un cibercafé, y se manda sin siquiera haberlo releído, de modo que, cuando llega a su destino –si llega-, lo hace lleno de errores mecanográficos, de faltas de ortografía y, lo que es aún peor, de frases dichas como al desgaire. Confesémoslo de una vez por todas: los mensajes electrónicos son más para ser descifrados que para ser leídos.
Pero escribir, escribir en sentido pleno de esta palabra, es otra cosa.
Escribir –ya se trate de una carta o de la página de un diario íntimo- es concentrarse, es crear un determinado ambiente y luchar con tenacidad buscando la palabra justa. Cuando uno escribe se aísla, y esa zona de silencio que se crea en torno a nosotros nos preserva de la prisa y de la superficialidad.
Observemos, por ejemplo, al joven que redacta una carta. ¡Qué aire más pensativo adopta! Sus ojos miran al infinito, como si en la lejanía esperase ver el rostro que añora. Y sus pausas, es decir, sus interrupciones, ¿no nos parecen casi filosóficas? Viéndolo de lejos, uno diría que está escribiendo lo que Kant omitió decir en su Crítica de la razón pura o Hegel en su Fenomenología del espíritu: da vueltas al lapicero, se rasca la cabeza, se tapona los oídos como Ulises en el país de las sirenas e, insatisfecho con lo que acaba de poner allí, cancela todo lo anterior para recomenzar una vez más, pero ahora en otra hoja de papel.
He dicho con toda intención eso de «viéndolo de lejos». Pues, ¿quién de nosotros se atrevería a interrumpir al escribiente? Ante tal espectáculo inusual uno no osa ni siquiera acercarse. Es como si por un acuerdo tácito y universal se hubiera decidido que quien escribe se encuentra haciendo algo sacrosanto y no debe ser interrumpido por ningún motivo. Y, así, al que de este modo se afana en el suplicio de la escritura le es creado un espacio de soledad en el que podrá sincerarse consigo mismo y con la persona que se halla ante su mirada en calidad de ausente.
Cuando este joven habla, puede permitirse un discurso descuidado, pero cuando escribe es el crítico más implacable de sí mismo. Por teléfono puede decir las palabras más insulsas y las frases más desinhibidas, pero cuando quiere exteriorizar por escrito sus sentimientos (objetivarlos, como diría el psicólogo) se censura constantemente y mide cada frase con un cuidado tal que pareciera que de aquel comunicado depende no sólo el desahogo de su corazón, sino su misma cabeza. Esto es así por la sencilla razón de que cuando hablamos pensamos poco, mientras que cuando escribimos lo hacemos mucho más y con mayor rigor. ¡Qué de tonterías y de palabras inútiles pueden decirse en el transcurso de una conferencia telefónica! Pero una carta exige concisión y seriedad. Dicho de otra manera: cuando escribimos tendemos a ser más hondos, más nosotros mismos que cuando simplemente hablamos . Además, una carta puede releerse, volver a llevarse al corazón y hacernos vivir de nuevo los sentimientos que experimentamos el día en que por primera vez la hicimos salir del sobre. «Una carta –afirma André Maurois en uno de sus libros- llega más hondo que un llamado telefónico que, improvisado, será siempre imperfecto» (Carta abierta a la juventud de hoy).
Tengo un amigo que mandó a hacer con un carpintero un cofre especialmente dedicado a conservar las cartas de sus seres queridos, y adondequiera que viaja lo lleva consigo. Así como un avaro carga siempre con sus monedas, así este amigo carga con sus cartas, pues son, como él mismo lo dice con orgullo, su mayor tesoro.
En uno de sus libros, el monje benedictino Anselm Grün escribe lo siguiente a propósito de la amistad y de las cartas que ésta suscita o debiera suscitar: «El amigo me pone en relación con mis sentimientos más íntimos y me incita a expresar los silenciosos impulsos de mi corazón. Por eso son tan valiosas las cartas dirigidas a los amigos. En ellas nos encontramos con reflexiones que nunca haríamos por nosotros mismos. La amistad extrae de nosotros palabras que no sólo valen para el amigo, sino que también describen el misterio de la vida y del amor». Así es, en efecto: la única sinceridad verdadera es aquella que nos permitimos por escrito.
Hoy se ha puesto de moda (o, por lo menos, así lo parece) la llamada terapia narrativa, es decir, la curación a través del relato y la escritura. ¡Cuántos cónyuges que dicen no amarse ya volverían a encontrar el amor si se escribieran como lo hacían en los tiempos en que eran jóvenes y estaban enamorados! ¡Cuántos amigos sabrían lo tanto que se estiman si se lo dijeran por escrito!
Escribir es comprometerse a decir la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad. ¿No es cierto que únicamente los que no quieren comprometerse, es decir, los que no quieren verse en peligro, se niegan a decir nada de esta manera? ¡Temen que quede testimonio de lo que ellos quisieran que el viento se llevara! Un famoso político, viejo en años y en mañas, solía decir a sus discípulos: «Recuerden esto: por escrito, nada».
Pero los que sí quieren comprometerse harían bien en escribirse. ¿Por qué no lo intentan al menos? Casi me atrevería a jurar que muy pronto verán los resultados.
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Amigos la barbacoa de borrego, hijos de mi consomé: Que se inspiren los inspirados, que se arranquen los compositores y creativos, que afilen los lápices los cronistas y se avispen los diseñadores: Hay que construir cultura e intangibles para Villa de Pozos, porque pronto podría convertirse en un rico, metropolitano y autónomo municipio de nuestro estado.
Así es culto público, ya se puede ir pensando en cuentos de espantos (con gusto donaría la leyenda de “La Mujer Tigre”) en el molde de las nuevas estatuas de Diego de la Tapia o en la imagen a venerar del franciscano Fray Alonso de Rea.
Yo que ustedes, ya pensaba de una vez en las fechas de la primera edición de la Feria Nacional de la Barbacoa y en la campaña turística para promocionar la tradición de la Procesión de los Cristos a nivel internacional.
Ayer el gobernador Gallardo, primero en rueda de prensa y luego a través de sus redes sociales, soltó lo que sin duda es el anuncio con mayores implicaciones económicas, políticas y electorales de su gobierno.
“Poner los cartones parejos en la Zona Metropolitana”, significa un movimiento estratégico y complejo por donde se le vea.
Si en términos prácticos se considera Zona Metropolitana a la capital, Soledad y Villa de Reyes, agregar como municipio número 59 a Villa de Pozos genera por lo menos la oportunidad, en cuanto a fuerzas políticas se refiere, de generar un empate: Dos para la Alianza PRI-PAN-PRD, uno para el Gallardismo, y un tiro a balón parado apenas fuera del área a favor de los verdes.
En lo básico los número no son tan disparejos, en la última elección por ejemplo, de las 27 secciones electorales comprendidas en Pozos, los resultados obtenidos en la capital por la coalición Verde-PT fue de 16 mil 664 votos que vencieron a los 11 mil 563 que sumó la Alianza.
En cuanto a la gubernatura, la diferencia fue un poco más marcada, Pozos aportó 19 mil votos a Gallardo y 10 mil 700 a Octavio Pedroza. La votación valida emitida fue de 39 mil 435 votos (divididos entre todas las opciones) de una lista nominal al 2021 de 80 mil 690 posibles votantes poceños.
Nada despreciable electoralmente Pozos, que cuenta con una población de 148 mil personas (casi el 17 por ciento de la población capitalina) y de ellos, el 68 por ciento se encontrará entre los 18 y 65 años con plena capacidad para votar.
Si se considera que la alcaldía de la capital se ganó con una diferencia de 38 mil votos y la gubernatura con poco más de 58 mil… Pozos entonces resulta un mercado electoral mucho más que interesante.
Económicamente, la ahora delegación representa ingresos muy importantes para el Ayuntamiento, incuantificables incluso en un primer acercamiento, pero ciertamente significativos si se toma en cuenta que de acuerdo al último censo, en Pozos existen 42 mil casas y se siguen construyendo más.
El 99 por ciento de las viviendas cuentan con drenaje, agua entubada y energía eléctrica, es decir, pagan servicios y predial al municipio capitalino. ¿Cuánto significa en dinero los impuestos y derechos de todas esas viviendas? ¿Cuánto se cobra por los cambios de uso de suelo, traslados de dominio y por otros impuestos derivados de la construcción habitacional? ¿Cuánto significa en donación de terrenos para reserva territorial?
Hay que recordar además, de acuerdo al último Plan de Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial, Pozos resultó privilegiado y considerado en las nomenclaturas como apto para la construcción habitacional.
¿Cuánto dejaría de recibir por servicios de agua potable el Interapas si se restan las más de 42 mil conexiones de Villa de Pozos?
¿Y las multas de tránsito de casi 24 mil vehículos? Ya no contemos la cantidad de negocios, restaurantes, espectáculos, anuncios, licencias y derechos de la vida económica de Pozos.
Políticamente el proceso para que tengamos los potosinos 59 municipios, a partir del 1 de octubre del 2024, ni siquiera suena difícil aunque sí complejo y seguramente no estará carente de polémica y oposiciones.
Basta un decreto gubernamental (que seguramente para estas fechas ya se encuentra redactado) que sea sometido primero a comisiones y luego a la discusión y votación en el pleno del Congreso.
Cabe un antecedente: la reforma constitucional para aprobar la formación de la Guardia Civil, le fue autorizada a Ricardo Gallardo por unanimidad legislativa.
A Gallardo, en los hechos, faltarían 5 votos de los legisladores de oposición para que el decreto se hiciera oficial y a partir de ahí, se trace una ruta funcional y estructural para que en año y medio hubiera por lo menos pre candidatos a presidentes municipales de Villa de Pozos para contender en el próximo proceso y quien resulte ganador se convierta en el primer alcalde Poceño de la era moderna (Ya había sido municipio en los 1800 pero regresó a ser delegación pocos años después)
No es este tampoco el primer intento por convertir a la delegación de la jugosa barbacoa de los domingos en municipio: Hubo un intento en 1994 con el ex gobernador Fernando Silva Nieto pero fue infructuoso luego que el municipio interpusiera un recurso de controversia constitucional.
En fin, Culto Público que de esta historia se está escribiendo el primer capítulo, pero por si las dudas, vayamos escribiendo el himno, bosquejando la bandera y hasta pensando en las nuevas leyendas y cuentos de fantasmas que hacen falta a tan antiguo territorio delegacional potosino.
Ya era hora de que alguien pusiera atención a los invernaderos con nombre de perro “Aldaris” que puso el hijo del ex gobernador Fernando Toranzo con dinero público. Ya era hora que alguien se diera cuenta de los contratos amañados de los desayunos del DIF con los que acumularon fortunas la entonces pareja y vástagos de los Toranzo-Ramos, ya era hora que alguien pusiera un ojo auditor en los hospitales que no se construyeron, pero en los que si se derrochó el dinero. Docenas de pillerías saldrán a la luz si va en serio eso de revisar a fondo ese terrible sexenio. Ya no hay aliado que los defienda ni favor que se les deba. Al doctor le va a temblar hasta el bigote, a ver si lo pone a remojar. #KarmaItsABitch
Bien extraño resulta que desde que los cuadros, grupos y hasta familiares del senador Marco Gama ya no cobran en Interapas y otras áreas municipales tras su salida del PAN para integrarse a MC, ahora el senador de la República sea tan quisquilloso y comprometido con los temas del agua, su distribución y la transparencia en el organismo. ¿Qué pasaría? #SabeTú
Hasta la próxima hijos de mi alma.
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