Asalto en local de dietética y cotillón: un robo absurdo con una posible pena de prisión perpetua

2022-05-14 17:52:09 By : Mr. Tuya Smart

Por María Laura Cicerchia

Familiares de Sandra reclamaron justicia en la puerta del CJP (Foto: Nahuel Militano)

Sandra Verónica López, de 45 años, fue asesinada en su comercio de Rivarola 6800.

Sandra López se crió en barrio Godoy, al sudoeste de Rosario, cuando “todo eso era campo”. En ese lugar formó una familia y montó un negocio de dietética, mercería y cotillón donde fue asesinada hace once días, a sus 47 años. En un ataque que su familia no termina de comprender, una mujer que entró al local como clienta la atacó por la espalda con 14 puñaladas y se llevó una caja con mercadería de escaso valor. “Nunca pasamos por esto, no tenemos problemas con nadie. No sé cómo nos vamos a reponer”, dijeron sus hermanas Andrea y Soledad tras la audiencia donde una detenida por el crimen fue acusada de un delito que se pena con prisión perpetua.

“Ella era muy emprendedora. Empezó hace 25 años vendiendo helados Com-Com con un freezer en el garaje de la casa”, recordaron a Sandra sus hermanas en un pasillo del Centro de Justicia Penal (CJP). Este lunes fue imputada por el crimen Romina Soledad P., de 32 años y detenida el jueves a raíz de una filmación que permitió identificar el auto en el que se movía. En su casa ubicada a 15 cuadras del comercio se encontraron moldes de repostería, chocolates y bolsas de nailon robadas del local, así como ropa idéntica a la que usaba la autora del ataque.

En base a esta evidencia el fiscal Adrián Spelta imputó a P. el delito de homicidio calificado críminis causa —es decir, cometido para garantizar un robo u obtener impunidad— que se pena con prisión perpetua. Sin cuestionar la imputación, el defensor particular Germán Mahieu dio su consentimiento para la realización de un análisis de ADN, ya que en las manos de la víctima se encontró un mechón de pelo de quien la atacó con un cuchillo por la espalda. El abogado solicitó una pericia psiquiátrica y que se tomen muestras de sangre y orina de la detenida para realizarle a la brevedad un examen toxicológico.

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Esas medidas, así como una pericia al celular del esposo de la acusada, fueron ordenadas este mediodía por el juez Pablo Pinto. El magistrado dictó la prisión preventiva de P. por dos años y se opuso a un pedido de la defensa para que la mujer cumpla el arresto con tobillera electrónica en prisión domiciliaria porque tiene un hijo de 1 año al que amamanta, además de una hija de 15 años. “La prisión preventiva de la madre no es la situación ideal. Pero la imputación es por un delito con la pena más alta”, dictaminó el juez, e indicó que P. puede cumplir la medida con su hijo en el pabellón para madres de la unidad penitenciaria.

La tarde del jueves 14 de abril una empleada de un minimarket vecino encontró a Sandra tendida en el piso sobre un charco de sangre en su local de avenida Rivarola al 6800. El marido y el padre de la víctima llegaron enseguida y la trasladaron al Hospital Clemente Alvarez pero la mujer no sobrevivió a la gran pérdida de sangre. Se contabilizaron 14 heridas de arma blanca de no más de 2 centímetros de profundidad. Uno de esos cortes en el cuello le afectó la arteria carótida, lo que según el forense le causó la muerte en no más de quince minutos.

Sandra Verónica López era la mayor de tres hermanas que se criaron en un ambiente que recuerdan como semirrural al que vieron urbanizarse y del que nunca se fueron. “Ella era maestra de bellas artes. Le gustaba pintar. Cuando salió todo esto de las maderitas y los souvenires encontró su emprendimiento de poner un negocio de artística y mercería”, contaron Andrea, de 43 años, y Soledad, de 37, que hablan con orgullo de los cuadros al óleo pintados por su hermana.

“Empezó con la heladería para hacerse el capital. Después puso una dietética y repostería. Tenía un negocio polirrubro que sostenía a su familia porque el marido trabaja en un flete”, contaron las mujeres con ojos llorosos.

La comerciante era madre de dos varones de 16 y 18 años y además de atender el negocio confeccionaba souvenires y centros de mesa para fiestas de 15.

Sandra Verónica López, de 45 años, fue asesinada en su comercio de Rivarola 6800.

“Cuidaba a nuestra mamá que está enferma y su única salida era ir a pilates dos veces por semana. Con su marido tenía una excelente relación, eran novios desde los 13 años”, dijeron sus hermanas, dolidas con las primeras versiones que circularon en la prensa sobre un posible caso de femicidio. “Lanzaron sospechas sobre nuestro papá Osvaldo, que tiene 73 años, cuando ella era la luz de sus ojos”, cuestionaron.

La pesquisa se orientó a hacia la hipótesis del robo a partir de lo registrado por una cámara de vigilancia del minimarket vecino, imágenes exhibidas en la audiencia, que captó el ingreso y la salida de una mujer, la última persona que estuvo en el local antes de que encontraran a Sandra malherida. En la imputación, el fiscal planteó que a alrededor de las 18.30 Romina P. atacó a la víctima con fines de robo, ante su resistencia la tomó por la espalda y le efectuó al menos 14 puñaladas en el cuello, el omóplato, el maxilar y la oreja derechos, además del ojo izquierdo.

Luego, según la acusación, cargó algo de mercadería en una caja y se fue en el mismo automóvil en el que había llegado, un Volkswagen Surán que había estacionado a la vuelta del comercio por calle Biancafiori al 3100. A los pocos minutos un hombre con mochila verde se acercó al minimarket, le avisó a la empleada que había sangre en cotillón y le preguntó si había pasado algo. Otro empleado se acercó al comercio vecino, encontró la puerta abierta y vio a Sandra tendida en el piso sobre un charco de sangre. En ese momento llegaba el esposo en una camioneta, intentó reanimarla y la llevó al hospital.

En el video se detectó que la atacante ingresó junto con otra clienta. “Yo volvía del supermercado chino y me encuentro con una mujer en la puerta que me abre y me deja que pase al negocio de Sandra. Ingresa detrás mío y se queda cerca de la puerta. Hago mis compras y me retiro. En ningún momento noté que haya saludado a esta mujer”, contó esta vecina. Al salir se cruzó con un hombre con mil pesos en la mano que entró al local a pedir cambio y se retiró a los veinte segundos. A los dos minutos se vio salir, con el pelo suelto y una caja roja en las manos, a la misma mujer que había ingresado un rato antes con el pelo recogido.

Otras cámaras permitieron reconstruir, según Spelta, que la agresora estaba “merodeando” el negocio desde las 18.05. A las 18.19 se vio pasar el auto por la vereda de enfrente. Luego dobló en U, volvió a pasar frente al local y finalmente estacionó sobre la calle Biancafiori, adonde regresó más tarde con una caja.

A partir de las filmaciones se detectó que el Surán gris tenía dos calcomanías de un perro negro —una en el guardabarros delantero y otra en la parte trasera— una rueda de auxilio y el espejo del conductor roto. El seguimiento de las cámaras permitió obtener la patente y llegar el jueves de la semana pasada hasta ese vehículo estacionado frente a una casa Ouvrard al 7700 donde vivía P., al oeste de la avenida de Circunvalación y a unas quince cuadras del negocio.

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En el allanamiento a esa casa se secuestró un celular del esposo de la acusada, quien estuvo demorado y presenció la audiencia en libertad. El fiscal pidió peritar ese aparato y el juez lo autorizó. También se encontró una remera color durazno, una campera, un jean mostaza o amarillo y zapatillas como la ropa usada por la última mujer salió del negocio. Además se incautaron cinco cuchillos, cinco moldes de repostería de distintos tamaños, un paquete de bolsas plásticas y tres paquetes de chocolates de los cuales dos habían sido abiertos. Romina P. escuchó la imputación rígida e inexpresiva en su asiento y, por consejo de su abogado, no declaró.

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Por María Laura Cicerchia